LAS FOTOS QUE MÁS DUELEN
Sí, como prácticamente todo el mundo, he dicho la frasecita de marras
más de una vez, incluso creyéndomela a pesar de mi temprana vocación lectora,
poniendo por delante lo audiovisual cuando ni me refería a ello por ese nombre,
pero muy pronto descubrí que la dicotomía no es tal, que no hay por qué elegir
ni preferir (ni mucho menos poner por encima), que preguntar eso a un
periodista (e igualmente a un cinéfilo/lector voraz) es de una crueldad extrema
(o un desconocimiento total del oficio) muy similar a la que tantos niños son
sometidos cuando se les obliga (aunque sea en broma, ellos no comprenden ese
código) a decir en voz alta si quieren más a mamá o a papá. El caso es que,
como sucede con tantas frases hechas, tantos refranes, tantas sentencias (dicho
con toda la intención) populares, no se puede afirmar categóricamente que una
imagen valga más que mil palabras (tampoco al revés), depende del caso, de lo
que se transmita o no se sepa transmitir, del fotógrafo, del escribidor, de qué
comparemos con qué en concreto, vamos que el enunciado es vistoso, sonoro,
queda bien (o lo aparenta), pero no se pueden invalidar miles de palabras de un
soplo, hay imágenes muy poderosas pero no por ello invalidan a los grandes
contadores que en el mundo han sido, son y serán.
Y volví a confirmar cómo ambas (palabras e imágenes) se necesitan, se
apoyan, se complementan, se conjugan, se mezclan, cómo unas se imponen sobre
las otras (y viceversa) en momentos puntuales, cómo es innegable la fuerza y
capacidad expresiva/evocadora de determinadas fotografías (que no necesiten
nada más no significa que haya que prescindir del relato de cómo se consiguió
una instantánea, todo lo contrario), volví a quedar cautivado por las
herramientas básicas de mi oficio (y de mis pasiones) gracias al
interesantísimo documental de Kim Longinotto La fotógrafa de la mafia,
dedicado a la figura y la obra de Letizia Battaglia, la mujer a la que debemos
gran parte del conocimiento que tenemos de una de las épocas más cruentas de la
Cosa Nostra en Sicilia, también llamada “los años de plomo” (que en España nos
lleva directamente al periodo comprendido entre 1978 y 1980 cuando ETA perpetró
el 29% de todos los asesinatos de su criminal historia). Mientras sigo su
periplo profesional y vital, mientras la escucho desgranar su historia (la
íntima y la social), mientras penetro en sus imágenes, anoto algunas frases que
me remueven/conmueven: “El amor es una estafa, porque si fuese amor no se
acabaría nunca”, “No puedes ser feliz de verdad si has vivido tanto
horror, si has visto el dolor de los se quedan” (ese que su cámara ha
captado en tantas ocasiones, ese dolor que ha quedado congelado -y por lo
tanto, intacto, prístino, golpeador como el momento en que se produjo, en que
el llanto estalló-) y, por encima de todo, “Las fotos que no hice son las
que más me duelen”. Es decir, el crimen que no se registró, que parece
diluirse en el aire con el paso del tiempo porque, ahí sí, por mucho que quede
el recuerdo, tal vez el testimonio en prensa, el relato apresurado, la noticia
más o menos breve, si no hay imagen que lo perpetúe diríase que es menos
crimen, que se beneficiará del olvido, que no adquirirá la posteridad que las
fotografías de Battaglia han conferido a tantos llantos, lamentos, gritos
desgarradores, tantas imágenes que ha estado tentada de quemar en algunas
ocasiones debido a la belleza que la gente encontraba en ellas y que puede que
de alguna manera exuden, de ahí que precisemos de las palabras para
contextualizarlas, para interpretarlas correctamente, para no dejarnos llevar
por su virtuosismo, para que nadie piense que son artificios creados para ser
inmortalizados por el objetivo de la cámara.
Viernes 30:
TODO PUEDE SER DIVERTIDO
Sé que mucha gente ha llegado a los libros a través de las películas, sé
que hay quien gusta de ambas opciones, se trata de leer, no hago ningún
reproche en ese sentido, pero en lo que a mí respecta jamás las imágenes podrán
sustituir ni tan siquiera igualar a las palabras escritas por J. K. Rowling, es
decir, no puedo con la adaptación cinematográfica de las novelas protagonizadas
por Harry Potter, con ninguna de las ocho cintas (salvo parte de la dirigida
por Alfonso Cuarón -y porque después de la ñoñería inane perpetrada por Chris
Columbus era fácil elevar algo el listón, por más que los guiones de Steve
Kloves hayan sido el mayor lastre, el mayor error, los máximos culpables de mi
desencanto-). La saga literaria me ha regalado momentos inolvidables, mágicos
(como corresponde), emocionantes, fue maravilloso vivir la evolución de los personajes,
del estilo de la autora, su crecimiento (en todos los sentidos, no en vano en
cada tomo Harry, Hermione y los demás cumplen un año), su oscurecimiento, su mayor
extensión al abordar historias/sentimientos más complejos, al dirigirse a
lectores que, al igual que los protagonistas, empezaban siendo niños y se iban
haciendo mayores mientras leían. Por eso he celebrado sobremanera el sorprendente
y divertidísimo Cocina con Harry Potter. El recetario no oficial de Dinah
Bucholz que, con traducción de Antonio-Prometeo Moya, publicó Duomo a finales
del año pasado, un modo fantástico de recordar la saga o adentrarse en ella a
través de las delicias que aparecen en las siete novelas, así nos lo anuncian
(y cumplen con ello): “De la cerveza de mantequilla al pastel de caldero y otras
150 recetas deliciosas para magos y no magos. Es mucho más que un
recetario, no sólo aparecen los pasajes concretos de donde se extrae la
inspiración culinaria (convenientemente señalizados, es decir, a qué título y a
qué capítulo de este corresponden), sino también anécdotas, referencias
históricas, curiosidades sobre alguno de los productos empleados o sobre la
receta en sí, ¡con decirles que incluso me entraron ganas de ponerme a la
tarea! Un libro inspirador como pocos, un hallazgo.
Sábado 1:
LEER CON
AMIGOS
El programa de esta semana es un tanto especial porque supone recibir a
alguien a quien considero amiga, Ana G. D´Atri, la conocí en aquel curso de producción
editorial en el que tanto aprendí, tantos miedos abatí, tantas capacidades
descubrí, la máxima prueba de ello es el arpa que pueden ver en la cabecera, un
GIF que, con la inestimable ayuda de Marina, esa magnífica profesora, logré
hacer tal y como lo imaginé, con sus notas en movimiento, aún no doy crédito.
Ya en aquel momento, Ana, que ya había formado parte de la industria editorial,
estaba regresando a la misma junto a Jaime Gona, editor antes de planteárselo,
alguien que compró los derechos de un libro (Haneke por Haneke) porque
pensó que debía ser traducido al castellano. Así se forjó lo que ya es una
realidad, El Mono Libre, una editorial con las ideas muy claras, con una
todavía corta pero bastante fructífera vida, de todo ello hablamos y pueden
verlo si pinchan en el siguiente enlace: http://www.dejatedehistorias.es/wordpress/2021/05/01/editorial-mono-libre-publicaciones-su-relacion-con-el-cine-y-mucho-mas-arpa-de-becquer-dejatetv/
Domingo 2:
Y CON TANTO
RUIDO…
Aunque lo tengo demasiado abandonado (más de lo que querría, pero entre
unas cosas y otras no encuentro el momento adecuado, las ganas necesarias, el
empuje relajado, es decir, no sentirlo como una obligación/tarea), ese proyecto
literario que empecé hace unos meses, ese puzle personal que me dio por
reconstruir, ese escrito continúa fraguándose y creciendo en mi interior, no lo
olvido, lo voy reajustando aunque al final, el día en que me propongo seguir
escribiendo, siempre haya algo (mi propio cansancio, mi proverbial pereza) que me
lleve a posponerlo. Mientras tanto, al margen de algunas lecturas/relecturas
que esperan su momento, vuelvo a películas de aquellos años en que todo se
forjó o en que echaba a andar de tantos modos, a ese tiempo de formación
personal, lectiva y emocional (aunque nunca se deje de aprender o, al menos,
así procuro afrontar cada día), me dio por recuperar un título que, tal vez por
tardar en verlo, por las expectativas despertadas, por lo mucho que escuché hablar
de él, no supe apreciar como hubiese debido, o eso pensaba hasta la otra noche.
Acorralado ha vuelto a parecerme cansina, facilona, incluso torpe, nada
espectacular ni arrebatadora, no comprendo la fascinación de tantos; sí, capto
el mensaje, aquello en lo que tantos incidían para distinguirla de otras películas
de acción/violentas, hay una clara denuncia, una crítica a una sociedad ingrata,
injusta, despótica, nada nuevo bajo el sol, algo que sigue siendo, por desgracia,
la tónica habitual, desagradecidos hasta el extremo con aquellos que, en tantos
casos literalmente, han puesto su vida en riesgo, la han perdido por defender/ayudar
a los demás. Pero ese sustrato se pierde/queda ahogado por la pirotecnia, por
el supuesto espectáculo, por la acción, lo que menos importa/preocupa es cómo y
por qué sucede lo que se ve en pantalla, cómo y por qué John Rambo es/se
comporta/estalla de esa manera, se genera tanto ruido (en el sentido dado al término
en el ámbito de la comunicación) que el mensaje se pierde/diluye y sólo
permanece el estereotipo (para colmo, contaminado -más ruido- con la parodia
que Santiago Urrialde hizo tremendamente popular, incluida una frase que no se
pronuncia ni esta película ni en las posteriores -sí una similar: “¡No
encuentro las piernas!”). Es lo mismo, por cierto, que los artífices del
invento (del de antes y del de ahora) están haciendo con el testimonio que
semana a semana va desgranando (con pruebas documentales) Rocío Carrasco: las
lecciones de ética y deontología profesional a cargo de quien la ha pisoteado
(y pisotea) durante muchos años, de quien impartió justicia en contra de quien
ahora se reivindica como víctima, los discursitos de la tal Corredera, la ahora
también abogada Isabel Rábago, Vázquez, Hernández y demás predisponen a la
oposición, a la incredulidad, a la reprobación (que es, por cierto, a lo que
ellos han enseñado y enseñan en cada programa de antes, de ahora y de los que
vengan -no hay más que ver cómo se siguen comportando, cómo guardan silencio
sobre lo sucedido con Carlota Prado, cómo miraron sin intervenir durante lo que
a todas luces era una violación, cómo actuaron después del abuso-).
Lunes 3:
NO ACTUAR
(NI VOTAR) SIN REFLEXIONAR
Es jornada de reflexión, ¿no deberían serlo todas? Al igual que con eso
de los “días de”, nunca le he encontrado sentido a esta se supone que obligatoriedad
de pensar/repensar tu voto; habrá quien lo necesite, por supuesto, pero dar por
hecho que todo el mundo precisa de un día sin propaganda electoral para decidir
qué papeleta va a depositar en la urna (o si va a acudir o no, algo que, sobre
todo lo segundo, tantos tienen claro aunque sea por rutina) me parece, lo digo
como lo siento, de no tener la más mínima confianza en el electorado, tomado
una vez más en conjunto, como rebaño. Para bien o para mal, la mayoría tenemos
claro qué vamos a hacer, puede que tras haberle dado muchas vueltas, el único
alivio es dejar de escuchar a todos estos vocingleros, a estos (ejem, ejem)
servidores de la sociedad, de la comunidad, de la patria, del palabro que les
interese promocionar en ese momento.
Sin embargo, mientras paseo a Fosco, me encuentro con una pareja que
parece haber aprovechado el día para eso precisamente, que han apurado plazos,
que no han tomado una decisión en caliente. El perro y yo llegamos muy cerca de
ellos cuando la chica está terminando de grabar un vídeo con su móvil, justo se
está despidiendo, “pues nada eso es todo, os queremos, adiós”, y él le
dice en un tono pausado “no, mujer, así queda como si no pasara nada, como
si no fuera importante, no sé”. Ella se encoge de hombros, orienta el móvil
hacia él, “pues grábalo tú, anda” (sin malos modos) y allá que se lanza:
“Hola, aquí estamos viendo el Palacio Real y tal, ahora que hemos parado un
momento aprovechamos para mandaros este vídeo porque en un mensaje queda como
muy frío. El caso es que hemos pensado posponer la boda, no está claro que todo
el mundo pueda venir, aún hay muchas restricciones, todavía no hemos pensado
nueva fecha, tenemos que hablar con la iglesia, queríamos que lo supierais,
todo está bien, os queremos”. Lo cierto es que lo dijo en un tono más bien
monocorde, como cumpliendo un trámite, no puedo decir si el mensaje de ella era
mejor, el caso es que a él no le gustó, pero no me cabe duda de que efectivo
fue un rato, nada que ver con lo de Acorralado. Ellos reflexionaron y
dejaron los votos matrimoniales para mejor ocasión, cada uno que haga lo que
considere, yo pienso ir a votar mañana e incluso tengo preparado el sobre.